La semana pasada vimos como el reunirse para celebrar la Eucaristía es importante y manifiesta el misterio de la ekklesía, de la asamblea. Pero nos reunimos convocados por el Señor, Él es quien preside la asamblea.

Reunidos los fieles, para ser verdadera asamblea litúrgica, es necesario que esté presente el ministro que la preside en el nombre del  Señor. Es Cristo quien preside siempre nuestras celebraciones. Es por ello que el sacerdote, presidente de la celebración, junto con los otros ministros camina, procesionalmente  y revestido con los ornamentos sacerdotales que le diferencian, hasta llegar a situarse en el lugar de la presidencia, que se llama sede. Durante esta procesión se entona el canto procesional de entrada. Este canto celebra el misterio de la ekklesíay tiene la virtualidad de preparar a los fieles para lo que se va a celebrar. Debemos cantar todos al menos el estribillo u otras partes que correspondan a la asamblea aunque haya un coro que haga las estrofas y apoye a al pueblo fiel en el canto.

Álvaro Asensio Sagastizábal

Párroco de La Anunciación