El Proyecto Adorar me ha hecho acercarme más a Jesús. No solía ir a Exposiciones del Santísimo porque me parecían poco vivas y me costaba entrar en actitud de oración. Un día me invitaron a la Parroquia de la Anunciación y me encantó. El ver aquella vela antes del altar rodeada de velitas aún sin encender me hizo pensar en que cada poco hemos de volver a encender nuestro corazón con la llama del Espíritu, no vale con haber sentido a Dios una vez, hemos de seguir buscándole, le necesitamos, nos necesita y nos ama.
A medida que pasaban los meses y de vez en cuando iba a Adorar, el Señor, a través de una canción o una lectura me hablaba. Hubo una vez que estaba con mi hermana y ya era tarde y decidimos ir a casa, cuando marchábamos cogimos un papelito cada una de la cesta de la salida y al abrirlo mientras bajábamos la escaleras resulta que nos había tocado el mismo “seguid conmigo”, las dos nos miramos y volvimos a entrar, le adoramos hasta terminar, sentimos paz y nos fuimos llenas de una inmensa alegría.
Dios nos habla de mil formas, solo hemos de querer estar en su presencia, unas veces en nuestras habitaciones, otras en Misa, otras en la montaña o por la calle y otras en adoración. Pero es cierto que en la Eucaristía y en la Exposición al Santísimo, Dios se hace presente de una manera especial y nueva.
Ahora llegan las semanas y no puedo dejar de ir a Adorar, aunque sean cinco minutos o llegue únicamente a la bendición, pero no puedo dejar de beber de esa fuente de Gracia que Dios regala cada jueves cuando le entregas todo lo que eres para que lo haga nuevo.
A Dios sólo le basta que quieras estar en Él para que se manifieste. Solo le basta que le digas “ayúdame” para que te de la mano, para que te levante de donde estás y te de la solución y la paz que necesitas.
Si nos entregamos a Dios, Él permite que Jesús nos ilumine con su presencia y nos guíe en nuestras vidas.
Sara Valverde González