Conocí ADORAR a mediados de 2015. Acababa de trasladarme a Santander por trabajo y estaba ansioso por encontrar un momento y un lugar donde poder adorarle en la Eucaristía. Probé a buscar en Google “Adoración en Santander” y enseguida di con el proyecto ADORAR.
La primera vez que fui, me cautivó por completo. Noté su fuerte presencia como hacía tiempo que no la sentía. En ese lugar se le amaba mucho. La mezcla de silencio, lecturas y cantos formaba un ambiente perfecto, completamente sincronizado. Todo ello me llevaba hacia Él con una fluidez increíble. Las lecturas parecía que me hablaban a mí, la música me hacía derramar lágrimas de alegría, gratitud y arrepentimiento. En el silencio Él me hablaba directamente al corazón con su suave presencia.
ADORAR no es solo un momento de adoración. El Rosario y la celebración eucarística previas son las que te preparan para estar ante su presencia después. María serena tu corazón y, como Madre tierna, deja tu corazón preparado para acogerle a Él en la Eucaristía. Tras pasar un rato con María y después recibirle a Él, la adoración es prácticamente natural, fluida. Todo tu ser quiere adorarle. Todo te lleva a Él.
Y las gracias no paran aquí, porque durante toda la adoración la Misericordia de Dios se derrama a raudales en los confesionarios, donde siempre hay 1 o 2 sacerdotes confesando.
ADORAR es un proyecto de amor. Se palpa. Hay mucho amor detrás de él. Mucha pasión por parte de los jóvenes que lo preparan. Mucha dedicación. Jesús se siente amado y sabiendo cómo es Él, no puede evitar darse por completo durante estas noches tan especiales.
Yo os invito a venir y a vivirlo vosotros mismos. No os defraudará.