Atrio del Buen Pastor

Enseñanza de la religión con la metodología del Atrio del Buen Pastor 

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Es un método de evangelización y formación religiosa alternativo al convencional usado en la enseñanza escolar. Se basa en la pedagogía Montessori que aprovecha el potencial religioso del niño menor de 6 años y que continúa durante la educación primaria. A través de la Palabra de Dios y de la Liturgia, presentada en elementos de trabajo sensoriales, descubren los niños a Jesús como Buen Pastor que da la vida por nosotros.

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La metodología del Buen Pastor, comenzó en Roma en 1954, inspirándose en los principios montessorianos.
Nace del esfuerzo de dos grandes mujeres italianas del siglo XX: Sofia Cavalletti y Gianna Gobi. La primera era una experta biblista, doctora en lenguas semíticas y la segunda una pedagoga montessoriana. Ambas eran amantes de los niños.
Con este proyecto intentaron responder a las necesidades integrales del niño de 3 a 12 años, cuidando aquello que le ayudará a crecer y desarrollarse como persona equilibrada y feliz; su dimensión espiritual.
Fieles a la pedagogía de María Montessori crean un ambiente que facilite el crecimiento armónico del niño, un material que le ayude a descubrir, aprender e interiorizar sus propios descubrimientos.

Para ofrecer esta forma alternativa de la enseñanza de la religión en nuestro centro hemos adaptado la zona del ático del edificio, creando un ambiente apropiado para el trabajo, el recogimiento y la oración llamado «atrio». “Atrium” es una palabra latina que se aplicaba para definir el espacio previo a las basílicas romanas dedicado a la acogida de los catecúmenos que todavía no podían acceder al culto público en la Iglesia. De esta forma, el Atrio de la Catequesis del Buen Pastor es el lugar, especialísimo pero no sagrado, en el que los niños se inician para la vida adulta y activa en la asamblea cristiana. En una iglesia el niño no puede trabajar a su ritmo, y en el ambiente del aula de clase no existe la flexibilidad suficiente para que cada uno se relacione a su ritmo con el contenido catequético, de ahí la necesidad de un espacio diferente.
El atrio se organiza siguiendo las características del ambiente Montessori: espacio amplio, ordenado, limpio, cuidado… El adulto es un guía, no enseña ni impone, es un intermediario entre Dios y el niño y sabe retirarse cuando es necesario.

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