M.I. Sr. D. PEDRO ANTONIO CEA PÉREZ

+     9-10-2016

IN MEMORIAM

 

BONDADOSO HOMBRE DE DIOS Y DEL PRÓJIMO

      I.        PRESENTACIÓN Y PERSONALIDAD

Difícil expresar con palabras la tristeza en la vida y sentimiento del alma cuando se muere un amigo. Amistad que Jesús ejemplarizó en la cruz del Gólgota, entregando su vida. Tú querido Pedro la entregaste íntegra al prójimo.

De bebé perdiste a tu padre en turbulentas circunstancias sociales de odios y atroces persecuciones a los cristianos. El amor de la familia te acogió en su seno, hasta la muerte.

Fruto del amor naciste

tus ojos a la luz se abrieron

amar a Dios elegiste

y al prójimo te entregaste.

Cuantas veces vendría a tu mente la palabra padre, tantas con la otra de perdón a los malignos. Veo en tus ojos la respuesta.

Silenciaron su cuerpo

pero no el alma

Joven maestro, padre de un bebé

de mayor muy Iltre. D. Pedro

el ángel maligno segó su aliento

con filo dalle.

Calló la vida

mas el alma jamás calle.

La semilla cristiana, llevó a Pedro a iniciar los estudios de medicina, que cambió por el sacerdocio abrazando a Jesús de Nazaret, amistad para la vida eterna.

Alma con fe, manantial de vida

no cejes yerta

espíritu alerta, en calma

anímate y despierta

y como Lázaro

! Levántate y anda !

Ejemplo del bienaventurado, su cercanía emanaba sensación de bienestar y paz como gozoso regalo de un don de Dios. Gracias D. Pedro.

Parco al diálogo, prudente en la opinión.  Respetuoso con el trato. Cauteloso en juicios al prójimo.

Incómodo con los títulos,  la bondad y sencillez por bandera.

La opinión de todos los que le trataron es unánime como buena persona, hombre de Dios. En las feligresías de Cabanzón, Cades, Rubayo y La Anunciación grabó la impronta de su labor apostólica con el sello profundo de los evangelios.

 

    II.    OTRAS PERSONALIDADES

Al redactar esta entrañable loa a D. Pedro Cea vienen a mis recuerdos el rostro y palabras sabias de otros hombres de Dios, docentes  del mensaje del Salvador, Ilmo. y Rvdmo. D. Juan Antonio del Val Gallo, S.E.R. Carlos recién  nombrado Cardenal Osoro, oficiaron en los altares de La Anunciación. Muy Iltre. D. Francisco Odriozola Argos, Rvdo. D. Santiago Díez Llama, Rvdo. D. Rufino Casuso Cavia, algunos ya junto al Señor en la gloria. Honor y agradecimiento a Dios y a ellos por su amistad y enseñanzas. Doctas sus homilías, tuve el honor de escribir sus necrológicas. D. Pedro ejemplar hacedor de su misión, multiplicaba su presencia en todo lugar y momento que él sabía o intuía.  Siempre acompañado de su sonrisa, nos enseñó a sentir y hablar en  cualquier momento u ocasión, de Jesús de Nazaret.  Cultivó en nuestros corazones los sentimientos de la bondad, felicidad, caridad, paz, indulgencia, perdón, alegría,  esperanza, misericordia, compasión.

Vació su vida de todo lo que pudo dar a los demás,  en este mundo llenando su alma de todas las gracias que a cambio, Dios le donó como salvoconducto directo al Cielo.

Al recordar su último periplo entre nosotros, en Santander resalto su labor, ya expárroco en la Compañía, modelo de laboriosidad inagotable, aún le quedaba tiempo para sus grupos de amistades, mini paseos con nuestro común amigo doctor José María Fernández Puente. Llevarnos la comunión a los ancianos enfermos, impedidos, que no podemos desplazarnos.

Gracias, querido amigo, por cuanto asististe y oficiaste en los eventos, felices o penosos de nuestra familia.

Siendo D. Pedro párroco de Rubayo, con treinta y tantos de edad nos conocimos en la carnicería de Lorenzo y Pili en Pontejos, también muy queridos amigos, hermanos de Santiago.

Dadivosos con los necesitados, con algo que ver D. Pedro y mas tarde su sucesor caritativo D. Rufino Casuso.

 

     III.    LUGARES ENTRAÑABLES DE SANTANDER

Para un mayor disfrute de nuestra querida ciudad, contemplamos el paso de los tiempos del antes y el después del devastador incendio del año 1.941. El transcurso de las generaciones desde antes de venir D. Pedro a este mundo, hasta su fallecimiento en 2.016.

Centrando mi lectura en la iglesia de la Compañía, última de tu regencia, en la que emprendiste tu viaje al Cielo, anclada en el denso hábitat del antiguo Santander,  en la plaza de las Escuelas, plaza Vieja, Santa Clara, Puente, Carbajal, con los talleres Metalúrgicos de un emprendedor y decenas de establecimientos, corazón de la ciudad, próximos en las San Francisco,  la Blanca, el Príncipe, San José con su iglesia de los Jesuitas,  Sevilla con su escuela de Industrias.

Conservaba el corazón de la vieja ciudad rezumando nostalgia de sus orígenes vigilado por la iglesia de la Compañía, como guardián de su trayectoria histórica. Dio cobijo a los primeros jesuitas como también desdeñada al bajo rango de almacén general en la guerra civil.

Nada ni nadie deslumbró su esbeltez,  gallarda figura anunciadora y protectora de la paz. Ahora, regida por el dinámico Rvdo. D. Álvaro Asensio,  que anteriormente por notables personalidades, como nuestro contemporáneo Iltre.  canónigo,  D. Pedro adalid de la bondad. A su alrededor tejidos callejeros,  residentes y negociantes en gran actividad, le ha dado siempre el porte de entrañable templo cristiano, vanguardia de los cabildos Bajo y Alto, dentro de los brazos de la muralla que abarcaba las ahora calles de S. José, Sevilla, Guevara, Fco.de Quevedo, Pza. de los Remedios, Catedral, Cristo y dársena de Correos.

 

    IV.    ANÉCDOTAS CURIOSAS

No lejos los locales de los periódicos, noticieros, que por una pequeña propina a jovencitos, llevaban las notas de los periódicos de sus despachos a los talleres de impresión y viceversa,  mi padre me comentó que una de aquellas propinas ascendió a una peseta, a él,  que tenía ocho años,  le pareció tan cuantiosa que hasta soñó con ella. El problema fue que el sueño tenía sonoro y la madre se lo alivió al despertarle. Eran once hermanos y comían todos, llegaron a ser diecinueve. El mayor se las arreglaba para con un imperdible abrir la alacena y repartir un poquito de pan entre ellos.

Dicen era sobresaliente el espectáculo de la banda infantil de tambores y  cornetas del colegio de los Salesianos en su desfile de fusilería con armas de madera. Pasados los años nacieron los siguientes niños que en especial los de Viñas D. Pedro diría de “mis niños”. Los personajes señalados en estas historias fueron, “el metalúrgico con familia súper numerosa, mi abuelo y el que soñó la propina, su hijo, mi padre. Pertenecían al batallón, mi padre y el historiador, que sería José Simón Cabarga.

El fortísimo y devastador incendio del 15 y 16 de febrero de 1.941 convirtió en cenizas gran parte de la ciudad incluyendo en su voracidad muy queridos edificios como la Catedral y la Compañía,  ésta que el muy Iltre. D. Pedro Cea regentó,  y ahora  Rvdo. joven, buen pastor, D. Álvaro Asensio Sagastizabal, ya citado.

Los discípulos de D. Bosco en sus años jóvenes lograron famosas escolanías, Domingo Sabio, ganadoras de importantes certámenes.

La figura de D. Pedro, representa el alma de la iglesia de la Anunciación,  conocida siempre por la Compañía,  desde que en el siglo XIX era ocupada por los Jesuitas hasta la construcción de la suya propia.

En los altares de la Anunciación vienen celebrándose oficios y ritos por cuantiosos miembros de la iglesia a lo largo de su extensa existencia y aunque no es objeto de este escrito, extendernos en ello citaremos únicamente la curiosa coincidencia de que escribo estas líneas en un lugar de Sevilla, al lado de los colegios San Antonio María Claret, confesor de Isabel II, madre de Alfonso XII, acogiendo este templo santanderino sus exigencias espirituales.

 

    V.     JESÚS DE NAZARET Y LOS NIÑOS

Volviendo al principio de este escrito, no estoy seguro de haber conseguido expresar en todo mis sentimientos respecto a D . Pedro,  por lo difícil que es describir a un santo. Pido al Señor me ayude con los lectores comprensivos. ¿ Cómo era el muy Iltre D. Pedro Cea ?  Decía Jesús de Nazaret:  “Dejad que los niños se acerquen a mí”.  “Quien escandalice a uno de estos pequeños más le valiera atarse una piedra de molino al cuello y arrojarse a un pozo”.

Sólo entrarán en los cielos, quienes se tornen como niños.

Pendiente de visitar a “tus niños” en los períodos de campamentos. Mantenias contactos con grupos de conocidos feligreses o no, amigos todos y continuamente sumando.

Verdaderamente entre adultos y niños, la falta de familia por el celibato le fue recompensado con el equivalente a muchas más,  para quien D. Pedro era una institución paternal.

Quien tenía la suerte de conocerle, no tardaba en convertirse en amigo, cuidaba con esmero mantener vivo el rescoldo de la amistad. Con José María formaban el dúo médico del cuerpo y del alma y con la ilusión y alegre inocencia de los niños,  colaboraban en creatividades, como los nacimientos de las navidades y maquetas de barcos. Ahí los teníamos, todo un doctor y un canónigo,  con almas de niños,  como los quiere el Salvador.

El trato que durante un buen tramo de la vida, tuve con ambos, me ha dejado una heredad inmensa e indescriptiblemente feliz. Esta sensación especial se me hace que es como el tratar con ángeles mensajeros de Dios.

Hicieron mucho bien al necesitado, con tal aporte de amor y caridad que doy fe que su mano derecha no sabía lo que hacía la izquierda, como el Señor nos enseña.

Mientras continuamos la búsqueda de las que satisfagan la justa personalidad de D. Pedro en la magnificencia de este don.

 

    VI.    LA PALABRA

El verbo se hizo carne y habita entre nosotros, simplemente maravilloso. Gracias Señor Dios.

El don sublime de la palabra concedida por el Señor en exclusividad a los humanos, significa nuestra proximidad a Él, al Creador, fue el medio de magnífica comunicación del hombre con El Creador, en el Antiguo Testamento con el Espíritu Santo a través de los profetas. Con el Nuevo Testamento se nos dio la dicha de la palabra convertida en hombre en la persona del Hijo.

 

     VII.   CONCLUSIÓN – DIOS,  NOSOTROS.  EL CUERPO Y EL ALMA

 

Los misterios de la mente, subyugante libro sobre la psicología aplicada al estudio de los recursos humanos en las empresas, atrevido en el discernir entre el cuerpo y el alma.

En el óbito de D. Pedro Cea, recordando sus  frases,  cortas en el verbo y amplias en el mensaje, confieso mi admiración y gratitud por la ayuda que en mis meditaciones me han supuesto.

Su frase preferida, aplicada con más frecuencia, era la de “las prisas no son buenas para nada”, de apariencia vulgar, pero de contenido gratificante. Su ademán siempre tranquilo, sin prisas, sus respuestas, sin prisas.

Los profundos misterios de la resurrección han sido temas de arduos estudios de doctores de la iglesia a través de la historia de la humanidad, bajo los pasos del Creador cuál maravilloso puzle divino y a pesar de las tremendas ignominias sufridas por las insidias de los malignos detractores.

Los cristianos recibimos el regalo inconmensurable de la resurrección,  que según nuestra capacidad estimamos la siguiente concreción: el ser humano, conjunto del cuerpo y el alma, el primero material, polvo y ceniza, recordado en los evangelios. El alma inmortal. Jamás muere.

“El que me ama, aunque haya muerto vivirá y el que vive y me ama, no morirá para siempre”.

En la resurrección de Jesucristo resucitaremos, con los mismos cuerpos y almas que tuvimos, para,  como ángeles,  gozar junto a Él eternamente en su reino.

Con gran satisfacción y alegría, manifiesto mis sentimientos que creo un privilegio el conocer a ambos amigos citados, dando gracias al Señor el haber coincidido vivir en las mismos tiempos de la historia de la humanidad.

D. Pedro, está en los cielos junto al Señor.  ¿Sería D. Pedro nuestro ángel de la guarda ? Ruegue por nosotros.

Descansa en paz, tocayo.

Santander, 6 de mayo de 2017

 

Fdo. Pedro Alvarado García